lunes, 12 de julio de 2010

PostHeaderIcon PELOTA DE TROYA

Los detalles de esta historia, verídica por cierto, me fueron proporcionados por uno de los protagonistas. Solamente, por razones de seguridad, los nombres de los mismos han sido cambiados, claro está.

Fiesta de cumpleaños de alguien no importante. Altas horas de la noche. París y Héctor, junto con sus amigos, llegan borrachos y contentos por el triunfo de su equipo “El equipo de José” ante “Barrabravas F.C.” por 6-0  en el torneo de futbol 5 que se organiza en el barrio y tiene como premio un televisor LCD de 32” usado y sin control remoto. Luego de saludar a todos los presentes conocidos y no sin antes ubicar el tacho de cervezas, Héctor le llama la atención a su hermano París para que vea a la mujer pelirroja que se encuentra bailando en medio del patio.
Helena, seguramente la más linda del lugar (la he visto y puedo decir que es hermosa), contonea sus sensuales curvas al ritmo de una música de tinte tropical. Luego de pelearse con su novio, apodado Melenao por su frondosa cabellera y su ascendencia brasilera, se siente libre y capaz de cualquier cosa. Como se puede esperar de cualquier fiesta donde se presente una bella mujer, a esta, cual sirena mitológica que atrae a los lujuriosos marineros con su canto celestial,  la rodean numerosos individuos altamente alcoholizados intentando ganar su atención mediante las más burdas promesas de amor. Pero el canto de esta sirena hipnotiza a París, conocido como la persona más perseverante después del joven chino que se paró frente a los tanques en los disturbios de Tiananmen. Aplicando todas sus técnicas seductoras, que fueran legadas por su tío Eusebio (quien se jacta de haberle dado un beso de lengua a la mismísima Margaret Thatcher durante una sesión del parlamento en 1987), París se dispone a conquistar a la pristina doncella. Luego de innumerables intentos y maquinaciones, logra su cometido cuando Helena accede a dejar de tomar tequila del pico de la botella, vacía por cierto, y dejar que París la acompañe a su casa. El resultado de la noche se consuma en la parte posterior del auto de nuestro héroe (por lo menos lo fue para todos sus amigos al levantarse a “terrible minón”). Los detalles del encuentro se han censurado por su alto contenido erótico, basta decir que los vidrios del Corsa verde se empañaron dado el calor humano que se desprendía dentro del mismo.

Pero no valdría contar esta historia (sobre todo si la parte divertida es censurada) si todo hubiera acabado en un “felices por siempre”.

De oído a oído, de susurro a susurro, de mensaje de texto a mensaje de texto, de red social a red social, la noticia de las sudorosas andanzas de París y Helena no tarda en llegar a Melenao. Este, en un ataque de furia acomete contra “Poseidón”, el loro de la familia, con un resultado nefasto. Apenas puede escapar de la brutal fiereza del pajarraco verde con rasguños en el brazo izquierdo, picotazos por toda su cara y el ánimo por el suelo. Con el orgullo herido por partida doble, Melenao recurre a su hermano, Agamenón, en busca de consejo y Merthiolate para sanar sus heridas.
Sabiendo que un asalto directo no es una posibilidad, dado que los hermanos rivales se guarecen en la fortaleza del Troya Country Club, un barrio cerrado infranqueable, Agamenón intenta planear una estratagema que le permita vengar el honor de su hermano. Como no se le ocurre nada, decide probar suerte consultando el designio de los dioses. Mandando “Oráculo” al 1212, recibe los mejores contenidos para su celular  y de paso puede descargar los augurios de las deidades mas copadas. El mensaje dice lo siguiente: “Dos cabezazos en el área es gol.”
Está decidido. Se retará a París a un duelo a muerte dentro del verde césped de la cancha que está al lado de la estación. O el equipo que logre diferencia de tres goles, lo que suceda primero. El comunicado de la batalla es llevado a Héctor, quien confiado en la calidad y “jogo bonito” de su equipo, acepta el desafío por el honor de Helena.
Ha trascurrido una semana. Ha llegado el día de la batalla. El cielo encapotado de la mañana dominguera aporta más dramatismo al evento. Cientos de curiosos se parapetan a los costados de la cancha, queriendo ver el mágico espectáculo del fútbol o la sangre de los contendientes, difícil saberlo.
“El equipo de José”, elonga y pelotea en uno de los arcos. París no logra sacar la mirada de Helena, quien, en un intento de ganar dinero, está preparando choripanes usando un medio barril como parrilla.
Escoltado por tres patrullas policiales, llega el micro con el equipo rival. Curiosamente varios bajan del mismo con mamelucos naranjas y grilletes en manos y pies.
El equipo, llamado “Los boqueteros de Villa Bosch”  forma de la siguiente manera: Agamenón en el arco. Demofonte y Filoctetes en la defensa. Melenao en el medio y Aquiles, quien otrora fuera aprendiz de carnicero y abandonara la profesión dado que “no era lo suficientemente sangrienta”, en la delantera.
Por el otro lado, “El equipo de José” sale a la cancha con su clásica formación defensiva (valla invicta en el torneo local) de: Polites bajo los tres palos. París, Eneas, Ascanio en la defensa y Héctor, solitario atacante.
Como réferi han conseguido traer a Horacio Zeustis, juez en lo contencioso y penal del tribunal de San Isidro, embelesado también con la hermosura de Helena.
El siguiente es un extracto de la transmisión de Víctor “Ares” Morales, que relataba el encuentro para FM Olimpo:

Pitido inicial. Ascanio toca para Héctor, Héctor se la pasa a Eneas. Eneas que juega por la banda, Melenao que presiona. Eneas toca para atrás para París. París que amaga, París que la pisa. Levanta la cabeza y lo ve a su hermano escapar de la marca de Demofonte .París manda un centro pasado para Héctor que espera en el área… Agamenón que sale a buscar el centro… Ta ta ta ta ta GOOOOOOOLLL!!!! GOOOOLLL!!!  Héctor, con el parietal derecho la coloca al lado del palo izquierdo del arquero!!! Nada puede hacer Agamenón ante magnifico cabezazo.  ¡Centauro cósmico, ¿de qué mitología viniste?!

 Así el partido comienza con un resultado favorable para los locales. Pero unos minutos después, en un córner que ejecuta Eneas, Aquiles conecta una certera plancha en el muslo izquierdo de Héctor, que cae lesionado dentro del área, ante la sonrisa maquiavélica de Aquiles. El juez cobra penal y le muestra la  cartulina amarilla a Aquiles. Ascanio cambia penal por gol, mientras el SAME se lleva a Héctor, que delira por el dolor.
Obligados a un cambio, entra Forcis por el malogrado Héctor.  El marcador sigue a favor del equipo de París, con un solo tanto más, se consagrarán victoriosos. Pero sin el delantero estrella dentro de la cancha, “Los boqueteros de Villa Bosch” se hacen con el control del esférico. Sin embargo, los minutos corren y “El equipo de José” empieza a soñar con la victoria, dada la imposibilidad de los contrincantes en quebrar la muralla que es la defensa experimentada de los locales.  Zeustis marca el fin del primer tiempo.
En el entretiempo, los visitantes deciden dejar de lado el juego limpio y sacan su arma secreta: El “Grog xD”, una bebida compuesta por: kerosene, propilenglicol, endulzantes artificiales, ácido sulfúrico, ron, acetona, tinte rojo Nº2, grasa para ejes y ácido para baterías.
Aquiles, en un acto claramente suicida, se toma de un trago una botella de litro y medio del corrosivo brebaje.
Comienzo de los últimos 45 minutos. Al conseguir el balón, Aquiles, visiblemente afectado por la bebida, arremete como un caballo salvaje contra el área rival. En su trayecto, deja inconsciente a Ascanio de un mortal cabezazo y se lleva puesto al arquero Polites, metiéndose los dos dentro del arco junto con la pelota. Al querer abrazar a Aquiles como festejo del gol, Filoctetes recibe un cross de derecha de Aquiles, que lo tira cerca del banderín del córner. El árbitro, más interesado en los pliegues de la pollera de Helena, da por valido el tanto y ni siquiera apercibe a Aquiles.
Nuevamente cambios por lesiones. Salen Ascanio y Polites por Príamo y Teucro en los locales y Odiseo ocupa el lugar de Filoctetes en los visitantes.
Ahora el partido se da vuelta como una tortilla preparada en un programa de cocina de cable. Los locales tienen demasiado miedo de Aquiles como para marcarlo. La espuma azul que brota de su boca intimida hasta a sus compañeros de equipo. El segundo gol de “Los boqueteros de Villa Bosch” no se hace esperar. De un saque lateral defensivo, Aquiles lanza la pelota con tal furia que atraviesa toda la cancha y golpea a Teucro, el nuevo guardameta, que nada puede hacer para impedir que la red se combe una vez más.
El marcador se pone 3-2. El juez, en un disparatado fallo, dispone que un gol de tamaña envergadura vale doble. Los locales intentan protestar pero el juez hace que se lleven preso a Príamo por desfachatez.
Con un jugador menos y la certeza de que todos morirán a manos de Aquiles, los jugadores de “El equipo de José” se resignan a perder el desafío y así llega el cuarto gol.
París alza la mirada hacia la tribuna buscando consuelo en Helena pero esta se halla muy ocupada sacándose fotos con los policías que debían custodiar el partido.
Apenas París toca la pelota desde la mitad de la cancha para Eneas, llega lo que todos estaban esperando. Una nueva acometida de Aquiles. Este se hace con el balón luego de asfixiar a Eneas con su propia camiseta. Teucro desiste de atajar y se escapa corriendo hacia el banco de suplentes. Aquiles esta solo contra el arco, pero no parece darse cuenta y sigue corriendo con la redonda bajo sus pies. París, en un acto de impotencia viendo su sueño arder en llamas, se saca uno de los botines y lo lanza hacia la locomotora que es Aquiles. Inesperadamente, el botín alcanza a Aquiles en su talón izquierdo, haciéndolo trastabillar y chocar de frente contra uno de los palos del arco mientras la pelota se escapa tímida por la línea de saque. El juez hace sonar su pito, indicando penal y sacándole tarjeta roja a París. Hacen falta cinco policías para mover al inconsciente Aquiles fuera de la cancha.
Todo está sellado. Melenao, ansioso por volver a abrazar a Helena, se hace presente en el punto que el árbitro designa. Doce pasos mas allá, Teucro vuelve a calzarse los guantes bajo la mirada cómplice de París.
Melenao ejecuta el penal y convierte el gol. El partido ha terminado. La euforia se hace cargo de la cancha. Hinchas, jugadores, policías, el mismo árbitro, todos se abalanzan sobre Melenao festejando el triunfo.
Es en este momento, aprovechando la confusión, que París toma a Helena y ambos escapan en uno de los patrulleros con las provechosas ganancias que ha logrado Helena vendiendo choripanes.
Solo horas después, Melenao vislumbra que lo han engañado.
  

Y así concluye esta historia. Esto es lo poco que se sabe de los protagonistas en el presente:

Agamenón se convirtió en manager de futbol y ha amasado una gran fortuna en el exterior.
Aquiles, en su periodo en el hospital dejó de lado las bebidas “energéticas”  y el gusto por la violencia, encontrando la fe en Dios. Dirige hoy un jardín de niños.
Héctor jamás pudo recuperarse de la lesión provocada por Aquiles y su sueño de ser futbolista se esfumó. Hoy ayuda a su padre en el estudio de abogados que posee este en el centro porteño.
París y Helena, en la actualidad viven en Trenque Lauquen y son artesanos. Tienen dos hijos, Rómulo y Remo.
Melenao hoy en día sigue llorando la perdida de Helena y recorre los bares de la ciudad emborrachándose y contando esta historia a quien la quiera oír.

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