jueves, 15 de abril de 2010
MIRADAS
21:55 | Maquinado por
Zalo |
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Todo comenzó como terminó, con una simple mirada.
Ninguno de los dos tenia muchas expectativas de lo que podría pasar en ese lugar. La gente de siempre, la misma música, el mismo ambiente. Pero no fue así.
Apareciste sin que te buscara nadie, no esperaba encontrarte ahí. Tal vez tu risa no tenia sombras, no tenia cara, fue todo lo que vi.
En ese primer vistazo, se sintieron extrañados pero felices, atraídos pero tímidos a la vez. El primer acercamiento no fue fácil, mas bien, bastante torpe. Pudo haber sido la vergüenza, tal vez el miedo al fracaso. El punto es que sus caminos se dividieron esa noche.
“Como te va”, dijo el murguista a la muchacha, que lo corto con su mirada indiferente. Le dijo “bien” y lo dejo como si nada. Nuevamente.... La princesa.... Se perdía entre la gente.
Todo quedó olvidado a la mañana siguiente.
El tiempo paso y la vida les dio una segunda oportunidad, una que no pasó desapercibida. Esta vez, una botella de vino y un cigarro compartido fueron la excusa que los juntó. Se contaron sus vidas, sus éxitos y fracasos. Y fue ahí, entre vasos vacíos y ceniceros llenos, que esta historia nació....
Me prestaste un beso, me prestaste calma, me prestaste todo lo que me faltaba.
Los días pasaron y con ellos pasaron tardes de mates y noches de cerveza. Era raro, pero mirándolos desde afuera, se hubiera dicho que se conocían de toda la vida.
Tenés la receta justa para hacerme sonreír. Y todo el tiempo sabés lo que me asusta, sabés lo que me gusta estar con vos.
Aunque los tiempos eran escasos y las distancias sobraban, lograron encaminar una amistad.
Pero no todo era color de rosas. Ella tenia un pasado demasiado presente, y fue su indecisión la que incremento el miedo de él. Era un tema que se evitaba, aparentaban que todo estaba bien, cuando lo único que hacían era ocultar sus sentimientos.
Cuando quieras saber quien soy realmente, permite que tus ojos me lo cuenten.
Siempre pensó que su honestidad era su mejor cualidad, menos esa noche. El sabía que su pasado sería difícil de olvidar, por eso, con la excusa del enojo, de la rabia, fue que se alejo de ella. Pero solo fue una excusa, porque él sabía que se alejaba por miedo a sus propias emociones.
Días y noches pasó pensando que no la volvería a ver, que no la quería volver a ver. Hasta que sonó su teléfono.
No esperaba tu llamada, pero escucharte me hace bien. El tiempo paso volando, y la memoria siempre queda en pie.
Se encontraron donde siempre, pero esta vez no por las razones de costumbre. Expusieron sus problemas, pero no las soluciones. Los dos sabían que esta vez no habría reparo.
Como matar esa mirada. Como ocultar promesas vanas. Con solo un par de cosas claras, como soñó una vez.
Fue entonces, cuando el silencio se adueñó de la conversación, que sus ojos lo dijeron todo. Fue una mirada, pero no fue como la primera, esta estaba teñida de tristeza, de desconcierto, de arrepentimiento, de dolor, de rabia. No hubo palabras. Mientras la vio alejarse, se dio cuenta que ese era el final.
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“Haz todo lo que está en tu poder para que sea de nuevo posible lo que es provisionalmente imposible, pero de lo cual todo humano es declarado axiomáticamente capaz”
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